Ahora
mismo los señores conversan
y la luna de medianoche aparece sobre la rivera;
ellos beben y se pasean
y ya para mí es hora de que me retire.
Yo vivo en otro mundo
donde la vida y la muerte se aprenden de memoria,
donde atan la tierra con perlas de amantes
y todo lo que veo son ojos oscuros.
y la luna de medianoche aparece sobre la rivera;
ellos beben y se pasean
y ya para mí es hora de que me retire.
Yo vivo en otro mundo
donde la vida y la muerte se aprenden de memoria,
donde atan la tierra con perlas de amantes
y todo lo que veo son ojos oscuros.
Un
gallo canta a lo lejos, y otro soldado se postra en oración;
una madre ha extraviado a su pequeño
y no lo encuentra por ningún lugar,
pero yo escucho otro tambor
que redobla por los muertos que regresan,
a quienes la bestia de la naturaleza teme según vienen,
y todo lo que veo son ojos oscuros.
una madre ha extraviado a su pequeño
y no lo encuentra por ningún lugar,
pero yo escucho otro tambor
que redobla por los muertos que regresan,
a quienes la bestia de la naturaleza teme según vienen,
y todo lo que veo son ojos oscuros.
Me
dicen que sea discreto en todo lo que sea necesario;
me dicen que la venganza es dulce, y desde su punto de mira
no me extraña que lo sea,
pero nada tengo que ver con su juego
donde la belleza sigue irreconocible;
sólo siento el calor y la llama
y todo lo que veo son ojos oscuros.
me dicen que la venganza es dulce, y desde su punto de mira
no me extraña que lo sea,
pero nada tengo que ver con su juego
donde la belleza sigue irreconocible;
sólo siento el calor y la llama
y todo lo que veo son ojos oscuros.
Oh, la
muchacha francesa está en el paraíso,
y le han dado el timón al que más ha bebido;
el hambre paga un precio alto
a los dioses caídos de lo raudo, del acero.
Oh, el tiempo apremia y los días son dulces
y la pasión rige a la flecha en el aire:
un millón de rostros a mis pies
y todo lo que veo son ojos oscuros.
y le han dado el timón al que más ha bebido;
el hambre paga un precio alto
a los dioses caídos de lo raudo, del acero.
Oh, el tiempo apremia y los días son dulces
y la pasión rige a la flecha en el aire:
un millón de rostros a mis pies
y todo lo que veo son ojos oscuros.
© Manuel Sosa
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