Educación
Laboral: Con un futuro leguminoso por delante, y tanta
maquinaria agrícola que reparar, alguna vez entramos a clase creyendo merecer
aquel adiestramiento proletario, porque ¿qué otro mensaje se podía entrever,
torneando piezas de muebles oficiosos y apretando empecinadas tuercas? ¿Qué nos
estaban queriendo decir desde el Ministerio? ¿Es que nuestra sociedad no iba a
admitir hombres incapaces de arreglar un fogón o una plancha? Mi congénita
torpeza fabril me convencía de lo contrario: los libros abren pasajes secretos,
y nos impiden pensar como burdos obreros. Ni el campo ni el taller podían
borrar la experiencia de los libros furtivos. Yo reparaba en la ridícula
vestimenta de mis profesores, en su torpeza pedagógica y su habla pastosa, y ya
sabía que no quería ser como ellos ni aprender nada de ellos. De modo que esta
asignatura, de haber sido útil, nos hubiera ahorrado lágrimas y recursos, en un
país donde abundan los desperfectos y las roturas. De haber prestado atención,
mi sentido práctico habría prevalecido, y yo sería ahora otro peón orgulloso de
su complejo agro-industrial; y lo que es peor: quizás sería feliz.
Dibujo
Técnico: Una
educación comunista no está completa si no se atiborra al alumno de
conocimientos perfectamente inútiles. El nivel del trazado, y la exactitud que
requerían los planos servían para detectar posibles rotulistas e ilustradores,
siempre necesarios en la guerra ideológica. Las mayores batallas de la
Revolución, como sabemos, se han librado contra los muros blancos y las
pancartas vacías. Tiempos para añorar, aquellos en que los rótulos no se
desmarcaban del rectángulo imaginario, fruto del buen aprovechamiento de una
asignatura elitista, contra la que se estrellaban muchos sueños y pulsos
temblorosos.
Fundamentos
de los Conocimientos Políticos: ¿En qué estadio de inmadurez andaba nuestro raciocinio antes de que
nos iluminaran con la dialéctica materialista y su certera aplicación social?
De no haber sido por Afanasiev, todavía creeríamos que la filosofía era aquella
acumulación de sabiduría y tradiciones indias y chinas: máximas y versículos
donde no existía la pugna que encierra toda lógica. ¡Ah, la belleza de razonar
en torno a la unidad y lucha de contrarios, la negación de la negación y la ley
de los cambios cuantitativos en cualitativos! Gracias a esta asignatura creció
nuestra capacidad retórica y aprendimos la utilidad de los sofismas, sobre todo
para justificar nuestros incontables errores. Convencidos de que el comunismo
es una necesidad histórica, esperamos su llegada desde esta orilla, leyendo a
Konstantinov bajo una palmera de Miami Beach.
Preparación
Militar Inicial (PMI):
¡El sueño de todo adolescente americano! ¡Portar un AKM en territorio escolar,
y poder dispararlo contra los condiscípulos! En nuestro caso, valdría aclarar
que las ráfagas siempre fueron accidentales. El ejemplo que recuerdo: una
jovencita exageradamente tímida, obligada a tomar el arma y apuntarla hacia los
blancos del improvisado campo de tiro. Y tan nerviosa que se ponía, que
apretaba con firmeza el gatillo y se volvía hacia el grupo, todavía disparando,
para preguntar: “¿Así, profesor?” Todos nos tirábamos contra el piso, y por
suerte, la muchacha apuntaba hacia lo alto, y esa vez sólo nos tocaba sentir el
entrecortado soplo de Átropos. ¡Una asignatura excitante!
Bases
de la Producción Contemporánea (BPC): Asistir a una clase con semejante nombre constituía todo un desafío.
Y mucho más cargar con su libro de texto, que pesaba alrededor de 5 kilogramos.
Era algo así como verse obligado a pasar cursos de “Iniciación al Martirologio
Textil Sincronizado” o “Introducción a la Parametración de Actividades
Resemantizadas”. No todos pudimos aprovechar la revelación de los tantos
secretos que guardaba el motor de combustión interna, y hoy sufrimos las
consecuencias, dispersos por las carreteras del mundo, arrimados a las cunetas,
el capó levantado, y marcando desesperadamente el número del único mecánico
cubano que conocemos, posiblemente alguien que siempre sacó sobresaliente en
Bases de la Producción Contemporánea, y nos lo hace pagar caro.