Bueno, porque llega el momento en que sólo se
respira un aire de seducción, de tanteos conciliadores, de escritura complaciente…
Abres el
periódico y procuran demostrarte que todo se encamina hacia un final apacible,
a pesar de los desencuentros y el vocerío. Los articulistas proponen cosas: la
fusión de visiones opuestas, el perdonarnos las injurias pasadas, el repliegue
total.
Se nos pide
más tacto y tolerancia. Debemos atarnos a la matriz y abrazar a nuestros
hermanos postizos, que en definitiva comparten nuestro propio ardor.
Cada quien
se dedica a redactar sus composiciones, de regreso al pupitre escolar, y nos
piden quebrar el lápiz rojo, guardarnos los reproches, demostrar cuán apacibles
podemos llegar a ser.
¿Has visto
esas antologías, y esas bitácoras que se copian entre sí, y esas revistas
ilustradas con dibujos cervunos?
No bien cae
la noche, y nos arrastra la multitud a la fiesta de turno, donde con seguridad
habremos de hacer el papelazo, pues nuestra torpeza sigue sin pulirse. Aún no
hemos aprendido a evitar los traspiés, el pisotón y la frase inoportuna. ¿Y qué
hacer entonces?
Si es un
libro, ponte a contar el número de citas y dedicatorias. Los tomitos de poesía
ya parecen libros de condolencias. Se debaten entre la dulzura y el
puntillismo. Las novelas procuran imitar alguna jerga útil; sus diálogos son
cortos y tersos, libretos de esa película que pondrá a gozar a todos. Serás la
excepción, querrás votar en su contra pero no podrás comunicarlo, por el bien
de nuestras Letras.
Existe un
plan secreto para lograr que la lástima o la simpatía suplanten al
entendimiento.
Odiar a los
miserables se ha convertido en un problema. Odiarse a sí mismo (como puede ser
el caso) es materia de estudio clínico. Si con alguna aberración tropezaras,
dale esperanza. Al imbécil, hazle creer que te aventaja en razones.
Si
tropiezas con un mural pintarrajeado, llénate la boca de eufemismos.
Vuelve la
página, sigue de largo, échate una menta en la boca.
Que se siga
acumulando tu odio, a ver qué pasa mañana.
© Manuel Sosa
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