Todo comienza por una tentación: la de lograr que
una comedia de errores pueda coronarse en Utopía. Y sólo porque existe un
trasfondo de aventuras y redención social, salpicado con matices hagiográficos;
y como golpe de gracia: la fotogenia. Para un espectador neutral, el envoltorio
valdrá más que el producto, pero ya sabemos que esa neutralidad es imposible
cuando se ha pagado un billete caro para ver esa función que está en boca de
todos, con entradas agotadas y palcos repletos, y el protagonista desmadejado
en escena…
© Manuel Sosa
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