Vistas de página en total

miércoles, 19 de julio de 2017

Inglés instantáneo: rain on one’s parade

Podríamos imaginar un desfile, como era usanza en nuestro campamento, siempre atentos al abigarrado almanaque, y ser espectadores o protagonistas. De lo primero: banderines y sombreros de paja. De lo segundo: uniforme oliváceo o azul, tratando de no pisar al títere que nos precede. Títeres guiados por la banda musical, al frente. En la tribuna, dominando el campo, otra clase histórica que nadie define aún. Ancianos barbados, dos federadas gordas que enronquecieron la tarde anterior (un acto de repudio), tres babalawos que compusieron la Letra del Año, campesinos sacados del vivero, policías en cada ángulo. Muchas guayaberas. El trópico, la parada (esa otra acepción comunitaria) y de repente el aguacero, raining on our parade, sin avisar. Justo cuando los vítores comenzaban a sonar auténticos. Aguarnos la fiesta. Estropearnos la actividad. Algunos resisten, otros agradecen el dispositivo humectante y su idioma. (Nota del coordinador: evitar los meses de mayo y septiembre). La cita original: Who told you you're allowed to rain on my parade? (Bob Merrill). Los jefes de núcleo escrutan el horizonte lloviznado, sin haber leído a Lezama, y pasan lista mental. Los jóvenes escapan hacia la avenida, riendo. Natura naturans. Pero el sentido ideológico puede asimilar algunas zonas del sentido práctico. Y para colmo, God rains on this parade. Como es el trópico, las fiestas pasadas por agua no desaniman a la plebe. Quedan el fango, los pobres envoltorios y las consignas. Unas llaman a seguir el ejemplo de alguien que murió por la causa, otras elogian la prudencia de quien nunca sufrió un rasguño. La naturaleza suele estropear cierta espontaneidad política que luego tarda en resurgir, actos de azar que se atribuyen a Dios, dispersando la manada. ¿Entiendes ahora? Siempre viene alguien a señalar errores, a tachar adjetivos y a romper los hilos. Tras el velo sajón podemos ser naturaleza y conjugarnos deliciosamente: no pretendo llover en tu fiesta, no voy a lloverte el acto. ¿A qué otra nube podrías reclamarle tantas cosas? Un desfile que se deshizo hace mucho tiempo, y que nadie recuerda. Así llueve sobre las cosas solemnes, no para interrumpirlas sino para alargarlas y dejarnos a la intemperie.

© Manuel Sosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario