¿Es usted realmente periodista?
Lo primero
que debe hacer, para saberlo, es buscar la fuente de sus ingresos. Si su
periódico o agencia dependen de las arcas de un gobierno, entonces usted es un
simple propagandista, un empleado más que debe cuidar los intereses de su
patrón. Y si ese gobierno no permite la existencia de otros periódicos que se
salgan de la única línea editorial, entonces el oficio suyo se abarata mucho
más: usted es un propagandista impune.
Si aspira a
que sus artículos se valoren sólo por su novedad o impacto, sacrificando la
redacción y el estilo, a base de clisés efectistas, lugares comunes y prosa
elemental, se lo aconsejo desde ahora: busque una posición en la línea de
fuego, como reportero gráfico o comentarista in situ. Lo mínimo que se le puede
pedir a alguien que comercie con la palabra es que sepa escribir. Usted,
definitivamente, no es periodista.
Si veta o
participa en el veto de ciertas noticias, por considerarlas inconvenientes para
el orden moral o político del país, no se haga ilusiones de ejemplaridad: usted
es un simulador más.
Si alguna
vez un trabajo suyo le ha sido devuelto porque atenta contra el concepto
general de la doctrina imperante, sin objeciones específicas, y esa negativa le
hace sentir mal porque lo considera un trabajo valioso, y se queda callado,
entonces usted es un borrego que quizás goce de cierto oficio y gracia
comunicativa, pero periodista no es.
Si, yendo
contra el Código de Ética, exalta inmerecidamente a personas que sólo admiten
pleitesía, usted no pasa de ser otro adulador con acceso a los medios.
Si, yendo
también contra el Código de Ética, utiliza su oficio para difamar o
desacreditar personas por motivos meramente políticos o personales, usted es un
calumniador que se cobija en la inmunidad oficial.
Si no es
capaz de corregir las innumerables faltas de ortografía de un texto que ha
publicado hace días en la red (lo virtual tiende a justificar tantas carencias:
acentos, tildes, espacios…) y no lo hace por ignorancia, eso significa que
usted tiene menos preparación editorial que un linotipista. Vaya pensando en
algún trabajo manual o bestial, que se ajuste a sus condiciones.
Si no puede
contener los improperios y los insultos hacia personas que le desagradan, y es
incapaz de velar su euforia u ofuscación, piense en otras posibilidades expresivas:
jefe de piquete, coordinador de brigadas de respuesta rápida, policía importado
de provincias… Pero nunca el periodismo, por favor.
Si decide
explorar objetivos de interés informativo, a tal punto de llegar a obsesionarse
con ellos, sin que otro tema le distraiga y le reclame atención,
documentándolos con morbo e impudicia, considere la alternativa de proclamarse
paparazzo o detective, si ya no es una de las dos cosas. No siga postergando su
vocación.
Si intenta
escribir artículos originales, pero sólo le salen consignas, usted ha
confundido el periodismo con el rotulismo. Corra a buscar la brocha y el cubo
inmediatamente.
Si de veras
cree que un periódico es soporte de noticias sobre agricultura regional y
experimentos con larvas que salvarán al país del abismo, y que basta leer sus
titulares triunfales para alcanzar la ilusoria Utopía, entonces le recomiendo
una larga estancia en cualquier asilo mental que consienta admitir su
desvencijada figura, y que le prohíba tocar lápiz, papel o teclas.
Si basa su
ilusión profesional en esos años de estudios parametrados y básicos, y en el
trozo de pergamino barato que clavó en la sala de su casa gracias a la
generosidad de un sistema que ahora le saca provecho y le mantiene en perpetua
sobrevida, le aconsejo de corazón que despierte de una vez. Usted es una pieza
hueca, útil en el casillero, salvada de la agrafía con un propósito
instructivo. Usted no es periodista.
Si no se
arriesga, y no cuestiona los poderes, y no se atreve a dudar de todo, hasta de
sí mismo, usted es un lisiado mental. Usted no es periodista.
Entusiasmo,
militancia, retórica, adhesión, disponibilidad, disfraces, eufemismos,
desfachatez, apoyo oficial, falta de lecturas, nacionalismo, fidelidad,
prestancia, cuerdas vocales fuertes, odio al enemigo, papel sanitario gratis,
cuotas, accesos, tiempo de máquina, cámara digital, micrófonos, impaciencia…
Nada de eso
le falta. Pero usted no es periodista.
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