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miércoles, 1 de marzo de 2017

Avatares del Sujeto Lírico

“El sujeto lírico, en cuanto se orienta hacia la vida y se proyecta hacia el tiempo esencial, cobra un dinamismo singular”.
“El sujeto lírico ha comulgado con la existencia y esto le permite no solamente participar, sino, sobre todo, comprender”.
“El diseño del sujeto lírico está enraizado en una herencia romántica, y de un modo más retórico que esencial”.
“Una voz habla al sujeto lírico, como si el yo se hubiese desdoblado en un ser consciente del entorno, y otro que necesita ser instruido sobre el fragor que lo circunda”.
“El sujeto lírico busca orientarse en un espacio por completo distanciado, que ahora es preciso definir, incorporar así: un sujeto lírico por completo omnisciente y, para mayor fuerza del verso, volcado hacia la captación de su propio ser”.
“En efecto, el sujeto lírico avanza tanteando, descubriendo gradualmente su mundo, del cual se apropia como quien levanta su hogar propio”.
“Como desde un umbral en penumbra, el sujeto lírico se distancia de sí mismo, habla de sí a partir de una peculiar auto-transmutación”.
“Se trata de una imagen de apertura gozosa a la vida, de inmersión en un espacio en el cual el sujeto lírico amanece transido de alegría y orgullo”.
“Se trata de una auto-observación implacable, en la que el sujeto lírico y los objetos de su deseo y su pasión parecen provenir del subsuelo, de la humedad más terrenal”.
“Ese mundo de artefactos y ruiseñores de artificio no aparta al sujeto lírico de una noción más alta de la realidad, donde él aspira a la reflexión profunda, a la comprensión cabal del universo”.
“El sujeto lírico se despoja de la ceremonia y la impostura del actor: los telones decorativos se desgarran, justamente cuando el sujeto lírico abandona el viaje místico y regresa a su propio ser: los versos no son mero enunciado de una conmoción interior, son sobre todo una entrega del sujeto lírico, ademán de conexión con el mundo,  donde el sujeto lírico se auto-identifica con un trovador”.
“El paisaje, en sustitución totalizadora y audaz, no es un trasfondo decorativo, sino que encarna la propia trayectoria del sujeto lírico y sus avatares”.
“El sujeto lírico, buscándose a sí mismo ‘definitivo, destilado’, se enreda en la sensorialidad de la pasión, pero de inmediato algo se transforma: ya no es el mismo sujeto lírico. Así se evidencia al sujeto lírico como muerto, es decir, solo, incomunicado, encerrado en sí”.
“El sujeto lírico, sin embargo, encarna una esencia universal, y no anecdótica peripecia amorosa”.
“El sujeto lírico se expande hacia el espacio del recuerdo, asumido como dolor —nostalgia—, impenetrable deuda de vida, marca de una desgarrada trayectoria”.
“La energía de la auto-comunicación se levanta como una interna volcadura del sujeto lírico en la que el sujeto lírico asoma como desde un desgarramiento esencial que se encarama sobre el sufrimiento más intolerable —el sujeto lírico es visto como un tú, hay fragmentos de conversaciones truncas— el cual proyecta luz sobre una explícita auto-identificación del sujeto lírico, tanto en el trabajo con el verso, como en cuanto a la volcadura del sujeto lírico en él que señalan como objeto de amor del sujeto lírico una serie de objetos de arte, que remiten sobre todo al espacio interior y no al ámbito de la Naturaleza”.
“La sombra del sujeto lírico se cae rota, delgada y fragmentaria, como suele ocurrir al transitar descalzo por una playa cuyas arenas tienen un relieve abrupto; la imagen lírica no se separa, a pesar de su interiorizada silueta, de la realidad directamente captada; el sujeto lírico, pues, pertenece a un ser vivo”.
“La noche —la percepción poética— estalla y son sus fragmentos los que construyen el ámbito urbano, y, a partir de él, invaden la propia intimidad erótica del sujeto lírico. Incluso el recinto más recoleto del sujeto lírico, está sesgado por el sordo latido del dolor: la vibración misma de la patria en su sentido de atmósfera, amniótica referencia a los orígenes que nutren al sujeto lírico”.
“Por otra parte, la confrontación del sujeto lírico con otra fase de sí mismo, con una otredad abandonada, dejada atrás en el transcurso mismo del vivir, enfatiza esa voluntad auto-comunicativa: instala el diálogo del sujeto lírico en un timbre donde el eros de la pareja interacciona con un micro-universo que nutre a los amantes en un dinamismo impalpable.”
“Esa misma atmósfera de desazón en que el lector es colocado, lejos de aislarlo de un texto cuya circularidad —en lo epidérmico, no en lo sustancia— parece girar en torno al sujeto lírico, nos arrastra a una especie de tu quoque que nos obliga al auto-examen matizado por ímpetu quemante de la voz lírica”.
“Se trata de un texto desarrollado en torno a un vehemente sujeto lírico no solo por la frecuencia con que el yo jalona la expresión, sino de un estado espiritual en que se ha acallado la ansiedad interior del sujeto lírico”.
“Esa invocación implica que el sujeto lírico se proyecta hacia el cosmos, y confirma el arraigo del tema en el poeta, como síntoma de una imantación hacia el barroco, asociado a menudo al interés cosmológico. Es, por el contrario, un choque estremecedor entre la voz diminuta del sujeto lírico —un yo que se auto-examina con implacable, pero estremecida minuciosidad— y la enormidad ensordecedora de los espacios sin medida ni límite posible”. 

(Búsqueda y captura a cargo de: Manuel Sosa)

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