“El sujeto lírico, en cuanto se orienta hacia la
vida y se proyecta hacia el tiempo esencial, cobra un dinamismo singular”.
“El sujeto lírico ha comulgado con la existencia y
esto le permite no solamente participar, sino, sobre todo, comprender”.
“El diseño del sujeto lírico está enraizado en una
herencia romántica, y de un modo más retórico que esencial”.
“Una voz habla al sujeto lírico, como si el yo se
hubiese desdoblado en un ser consciente del entorno, y otro que necesita ser
instruido sobre el fragor que lo circunda”.
“El sujeto lírico busca orientarse en un espacio por
completo distanciado, que ahora es preciso definir, incorporar así: un sujeto
lírico por completo omnisciente y, para mayor fuerza del verso, volcado hacia
la captación de su propio ser”.
“En efecto, el sujeto lírico avanza tanteando,
descubriendo gradualmente su mundo, del cual se apropia como quien levanta su
hogar propio”.
“Como desde un umbral en penumbra, el sujeto lírico
se distancia de sí mismo, habla de sí a partir de una peculiar
auto-transmutación”.
“Se trata de una imagen de apertura gozosa a la
vida, de inmersión en un espacio en el cual el sujeto lírico amanece transido
de alegría y orgullo”.
“Se trata de una auto-observación implacable, en la
que el sujeto lírico y los objetos de su deseo y su pasión parecen provenir del
subsuelo, de la humedad más terrenal”.
“Ese mundo de artefactos y ruiseñores de artificio
no aparta al sujeto lírico de una noción más alta de la realidad, donde él
aspira a la reflexión profunda, a la comprensión cabal del universo”.
“El sujeto lírico se despoja de la ceremonia y la
impostura del actor: los telones decorativos se desgarran, justamente cuando el
sujeto lírico abandona el viaje místico y regresa a su propio ser: los versos
no son mero enunciado de una conmoción interior, son sobre todo una entrega del
sujeto lírico, ademán de conexión con el mundo,
donde el sujeto lírico se auto-identifica con un trovador”.
“El paisaje, en sustitución totalizadora y audaz, no
es un trasfondo decorativo, sino que encarna la propia trayectoria del sujeto
lírico y sus avatares”.
“El sujeto lírico, buscándose a sí mismo
‘definitivo, destilado’, se enreda en la sensorialidad de la pasión, pero de
inmediato algo se transforma: ya no es el mismo sujeto lírico. Así se evidencia
al sujeto lírico como muerto, es decir, solo, incomunicado, encerrado en sí”.
“El sujeto lírico, sin embargo, encarna una esencia
universal, y no anecdótica peripecia amorosa”.
“El sujeto lírico se expande hacia el espacio del
recuerdo, asumido como dolor —nostalgia—, impenetrable deuda de vida, marca de
una desgarrada trayectoria”.
“La energía de la auto-comunicación se levanta como
una interna volcadura del sujeto lírico en la que el sujeto lírico asoma como
desde un desgarramiento esencial que se encarama sobre el sufrimiento más
intolerable —el sujeto lírico es visto como un tú, hay fragmentos de
conversaciones truncas— el cual proyecta luz sobre una explícita auto-identificación
del sujeto lírico, tanto en el trabajo con el verso, como en cuanto a la
volcadura del sujeto lírico en él que señalan como objeto de amor del sujeto
lírico una serie de objetos de arte, que remiten sobre todo al espacio interior
y no al ámbito de la Naturaleza”.
“La sombra del sujeto lírico se cae rota, delgada y
fragmentaria, como suele ocurrir al transitar descalzo por una playa cuyas
arenas tienen un relieve abrupto; la imagen lírica no se separa, a pesar de su
interiorizada silueta, de la realidad directamente captada; el sujeto lírico,
pues, pertenece a un ser vivo”.
“La noche —la percepción poética— estalla y son sus
fragmentos los que construyen el ámbito urbano, y, a partir de él, invaden la
propia intimidad erótica del sujeto lírico. Incluso el recinto más recoleto del
sujeto lírico, está sesgado por el sordo latido del dolor: la vibración misma
de la patria en su sentido de atmósfera, amniótica referencia a los orígenes
que nutren al sujeto lírico”.
“Por otra parte, la confrontación del sujeto lírico
con otra fase de sí mismo, con una otredad abandonada, dejada atrás en el
transcurso mismo del vivir, enfatiza esa voluntad auto-comunicativa: instala el
diálogo del sujeto lírico en un timbre donde el eros de la pareja interacciona
con un micro-universo que nutre a los amantes en un dinamismo impalpable.”
“Esa misma atmósfera de desazón en que el lector es
colocado, lejos de aislarlo de un texto cuya circularidad —en lo epidérmico, no
en lo sustancia— parece girar en torno al sujeto lírico, nos arrastra a una
especie de tu quoque que nos obliga al auto-examen matizado por ímpetu quemante
de la voz lírica”.
“Se trata de un texto desarrollado en torno a un
vehemente sujeto lírico no solo por la frecuencia con que el yo jalona la
expresión, sino de un estado espiritual en que se ha acallado la ansiedad
interior del sujeto lírico”.
“Esa invocación implica que el sujeto lírico se
proyecta hacia el cosmos, y confirma el arraigo del tema en el poeta, como
síntoma de una imantación hacia el barroco, asociado a menudo al interés
cosmológico. Es, por el contrario, un choque estremecedor entre la voz diminuta
del sujeto lírico —un yo que se auto-examina con implacable, pero estremecida
minuciosidad— y la enormidad ensordecedora de los espacios sin medida ni límite
posible”.
(Búsqueda y captura a cargo de: Manuel Sosa)
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