Vistas de página en total

lunes, 21 de agosto de 2017

Heráldica muerta

Tuvieron que desplegarlo sobre la hierba,
dibujo urdido por un paria y su cálamo,
los tintes alegóricos
para abrirle los ojos al público cautivo:

Esto que ven, rojo como el barniz ideal,
viene a ser la dilatación del triunfo
cuando decide labrarse peldaños, y sube,
sube lento a los desvanes
y se plasma en la acuarela que ayer fue sangre.

Este otro, azul de labios taciturnos,
se disuelve en la tinta que gastan los escribas
para exaltar los contragolpes: cobalto y Poder,
cicatriz y sumisión. 

Y ese vacío, blanco que nada cubre, grabado
en las pupilas,
es nicho neutral que refleja el sol
una vez por día,
iluminando apenas la sala del manicomio, como cruz
que marca el sitio donde arrojarán nuestras vestimentas.

Tuvieron que tenderla, lámina que desgarraron otros,
para mostrar el efecto de los símbolos sobre las hordas
que huían de la catástrofe.

Breves y lánguidos, sumidos en la ofuscación de lo real:
así nos definen aún, nos ciegan los colores del fracaso.

© Manuel Sosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario