Para explicar el significado de ciertos modismos,
siguiendo la tradición evangélica de la masificación doctrinal, habría que
apartarse de la siempre incómoda literalidad, y auxiliarse de las parábolas.
Redimensionar la frase. Amplificarla en los hechos. Si nos imaginamos frente al
encerado, listos para poner el "cheap shot" a disposición de la
clase, veremos la dificultad de representar el "golpe traicionero" o
"golpe ilegal" que tanto tecnicismo destilan. Inventaríamos alguna
parábola que despejase el camino. Verbigracia: Dos gladiadores en pugna,
siguiendo un código. El más joven aventaja al otro en destreza. Y en
resistencia. El veterano ha perdido reflejos, pero persigue la virtud. Por un
momento la fatiga lo ahoga. El joven aprovecha y asesta el golpe que derriba a
su cansado rival. El laurel ciñe sus sienes, pero todos le vuelven la espalda.
Algo así podría calar en las mentes del discipulado. Pero al maestro lo sacude
la duda. Who thrives more on taking cheap shots than a dictator? De un tirón, el maestro despierta. Las tiranías
sobreviven gracias a esos golpes. ¿No ha pasado el maestro su vida rodeado de
cobardes, que deciden arbitrariamente y se gozan en ostentar su autoridad? ¿No
está moralmente obligado a Enseñar? Cuando se vive entre policías y polizones,
y quien gobierna se sabe impune, los ejemplos sobran. Basta sacar la clase al
patio, y decirles: "El idioma se adquiere sólo cuando se convierte en
necesidad". You want to know what taking a cheap shot is,
look around you. Un país manejado
por bravucones que nunca conocieron la guerra, fáciles de palabra para denigrar
mujeres, golosos ante la indefensión. Un país que te hace añorar otros idiomas
y giros idiomáticos, al sentirlos en carne propia.
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